Poesía sin Respeto

Poemas sobre el origen

El guión ya ha sido actuado

Adiós le digo a la niña,
con mejillas de manzana;
adiós a la adolescente;
joven e imprudente;
la bienvenida doy a la veterana.

Ya a mi puerta te asomas.
Con hebras blancas y hendiduras,
te dejas entrever en las palabras,
en lo que callada guardas,
anciana de las horas.

En silencio te irás.
Entre aplausos y despedidas,
bajarás de este escenario
donde danza eterna la vida.

Sinum

Soy,
la constelación de mis memorias y ficciones,
soy la anciana,
la madre,
la bruja,
la niña,
la joven.
Un hombre buscando el fuego,
también soy,
un dios allá en el cielo que lo castiga,
también soy.
Soy espejo resonante de
todo lo que veo.

Soy,
una más de mis muchas voces,
también soy,
como un grano en el desierto,
también soy.
A veces un coro cuando hablo,
o hago entre mis varios un ejército,
otras veces en cambio armo una guerra
entre todos mis granos de arena,
y muero muchas veces,
por cada suspiro hacia afuera.
Sin que nadie lo sepa.

Retratito

Dos niñas, un varón,
un padre que se ausenta,
una madre que solloza.

Son tres niñas ahora
Que acompañan al varón
una casa que no es suya.

Una abuela se encuentra
con la muerte antes de conocerla
y de herencia su nombre le deja.

Dos rodillas raspadas,
miles de piojos,
una colección de naranjas robadas,
gusanos de guayaba entre los dientes,
una soga atada con un nudo
(en el árbol de pomas)

La nevera vacía,
una cama,
cuatro niños que sueñan despiertos.
Juguetes rotos y sonrisas completas.

Ropa manchada y un virus que ataca,
ronchas y abrazos,
besos, mocos
y rondas infantiles.

Una niña de cabello rizado,
ojos café mugre y un bultico en la cara,
al que le llaman nariz.

Una muñeca que siempre ríe y nunca llora.

4 de marzo del 98

Una quebrada, a veces alborotada

por las fuertes lluvias,

otros días caía suave sobre las rocas.

Una quebrada que dividía dos calles. 

Al lado derecho, una escuela grande 

con mallas en sus cuatros lados. 

Niños y niñas, corriendo, riendo, comiendo. 

Los maestros conversaban entre ellos. 

¡Pólvora, pólvora! —no es pólvora 

Son disparos —gritan a lo lejos.

Gritos ahogados, pisadas sin forma, 

Cuiden a los niños, póngalos

debajo de los escritorios

—dice un maestro. 

Una niña corre cinco cuadras más allá de la quebrada 

a su casa con dos cuartos, 

el de papá y mamá, 

el principal, al lado de la puerta. 

El suyo y de su hermano,

al lado del baño. 

¡Ay! ¡Ay! Mi esposo, mi negro 

—grita la madre de la niña desolada, ahogada,

apenas si podía respirar.

¡Lo mataron, lo mataron! 

—decía el tío a otras personas

que iban llegando a la puerta

averiguando qué sucedió.

EN UN CAMASTRO EN SAN RAFAEL CONTEMPLO LA ETERNIDAD

Cuando como hongos

me miro mucho las manos.

Sigo las líneas

que de golpe son largas

como el mundo;

me entretengo en los colores

que delatan las texturas

de la palma y las falanges.

«Una mano es una mano es una mano»,

me repito cuando estoy de regreso

y el tiempo vuelve a atravesarme

regularmente.

Pero no olvido

lo que supe,

breve,

cierto:

una mano es

una mano es

una mano y

también

el tacto

de dios

sobre la tierra.

VOY CAMINANDO

Voy entre galerías de sonidos,

fluyo entre las presencias resonantes,

voy por las transparencias como un ciego. 

Octavio Paz

Voy dando tumbos pero sigo,

no hay caída tal que me saque del camino,

y aunque entre las sombras me desvío,

la luz del pensamiento va conmigo.

Oh cielo de estrellas infinitas,

que cobijas mis sueños de victoria

y en forma de nubes los pintas.

Voy dejando huellas mientras sigo,

hacia el pasado nunca miro,

el tiempo en esto sí será mi amigo

y me irá acercando a ese futuro esquivo.

Oh remolino implacable de horas,

que acechas las ganas y el valor.

Me verás ganar, aunque mi rendición añoras.

Origen

Dicen que la astrología cuenta vidas y el futuro. La mía está contada por estrellas y poemas, almas viejas y unas cuantas canciones que no olvido aún en los días más fríos.

Mi alma vieja recuerda la leña y su olor quemado, los árboles y sus hojas secas, los juegos en una hamaca y la risa de mis padres en carretera.

Espero que en mi memoria siempre queden esos atardeceres que iluminan los huequitos de algunas cicatrices que se añejan y se heredan y a las que siempre les doy gracias por recordar mi origen.

A manera de juego

Me dijeron que me habían encontrado en un arroyo,
mi madre es blanca y yo de tez morena.
No hay fotos mías recién nacida,
ni tampoco una manilla de hospital de recuerdo.

Dicen que nací en casa de mi abuela con comadrona y a la antigua.
Que escandalicé a todo el pueblo el 3 de marzo a medianoche,
tenía hambre, no había calostro en mi madre,
solo agua de manzanilla.

A manera de juego,
me dijeron que cuando nací las estrellas brillaban más
y que para mí había una guardadita.

Nací con mi cara redondita,
mi piel canela, sin cabello, rellenita,
en medio de un aguacero por allá en un pueblo,
frente a un arroyo.

Eso me dijeron.

Sangre

Nací envuelta en hojas de tabaco,
oliendo a café,
en el vientre oscuro de una montaña llena de oro.

Nací enredada en hilos,
cruzando puentes,
entre ojos africanos
encadenados al mar.

Crecí entre perfumes de mujeres,
entre rinrines y renacuajos.
Me bañaron manos llenas de leches
y mantequillas.

Mi sangre sabe qué es morir de amor
y beber espantos.
Mi sangre sabe olvidar rosarios
y domar caballos.

Soy esta historia
y una suma de rizos.