Cartografía
Te he habitado
sin conocerte,
como quien se acostumbra a un amor añejo
y se aburre, en vez de embriagarse
con la mejor reserva.
Te he habitado
prohibiéndome volver
a los lugares que alguna vez
me hicieron tan feliz.
A la banquita gris
(donde nos encontrábamos)
a la gran fuente
(donde corríamos)
a fumar en las escalas del pasaje
(donde enloquecíamos)
a tomar café en esa esquina
(y nos pasaban las horas conversando)
a pasar por el muro de camino al parque
(que pintamos juntos)
a esperar el bus en el paradero
(donde me despedí)
A veces creo que tus esquinas me tragarán,
por los ladrones, digo,
por los matones, digo,
pero en el fondo sé que es por mis recuerdos
(la memoria es ladrona y asesina)
Apenas hace poco me desperté
con ganas de verte de otra manera
y decidí comenzar a dibujar nuevas rutas,
a sentarme en otras banquitas,
a correr en otras fuentes,
a respirar el aire de otros pasajes,
a conversarme un té u otros cafés,
a pintar otros muros,
a esperar otros buses.
Aunque lleve años habitándote,
ahora me siento turista,
quizá sea esa la mejor manera
de amarte.