He perdido el rumbo
pero he conocido la vida en el camino.
He sido un barco navegando
en un mar profundo sin brújula ni tiempo.
He llegado a lugares donde me sentí completa,
solo para darme cuenta que hay jardines con espinas de los que es mejor salir.
He huído de mí misma pero mi otro yo siempre me alcanza,
devorando mi corazón o echándole agüita y flores.
He entendido que aunque pierda el rumbo,
siempre vuelvo a florecer.