Poesía sin Respeto

Maria Isabel Ochoa

Nací a la vida y por la vida, sobre éste hermoso planeta, en un cuerpo de mujer. Camino, acompañando corazones, hurgando entre heridas causas, razones y mi nombre es María Isabel.

El guión ya ha sido actuado

Adiós le digo a la niña,
con mejillas de manzana;
adiós a la adolescente;
joven e imprudente;
la bienvenida doy a la veterana.

Ya a mi puerta te asomas.
Con hebras blancas y hendiduras,
te dejas entrever en las palabras,
en lo que callada guardas,
anciana de las horas.

En silencio te irás.
Entre aplausos y despedidas,
bajarás de este escenario
donde danza eterna la vida.

En medio del patio, desnuda

Mientras hay luz, se baña.
Arrullos de cascada
besan sus pechos,
cantan en su espalda.

Fija, suspendida,
casi eterna,
inalcanzable.
Al parecer nada la espanta.

Hay flores y vida
en sus faldas de agua.

Mis cortos brazos,
mis pequeños dedos
no la alcanzan.

¿Quién es ella?
Abuela,
¿por qué nada la espanta?

¿Por qué nada,
solo los rayos de sol,
tejidos a besos y arrullos de cascada,
parecen tocarla?