—La vida es simple, uno la vuelve drama—,
decía mi amiga en medio de la borrachera.
Un trago y nos reíamos.
Dos tragos y bailábamos.
Tres tragos y arreglábamos el país.
Cuatro tragos y dos vallenatos.
Cinco tragos y nos enamorábamos de algún traseúnte.
Seis tragos y recordábamos.
Siete tragos y llorábamos
Ocho tragos y nos abrazábamos
Nueve tragos y nos estorbaba la ropa.
Diez tragos y…
—Laura no más, estamos muy borrachas—.
Ella es así, simple.