Poesía sin Respeto

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Lenguas

Envuelta en la humedad
esperó paciente.
No la noté por andar pendiente de unos ojos.
Suave, serena,
recostada sobre las rocas blancas de esa playa oscura,
se revuelca en la marea que asciende,
sube
poco a poco se provoca.
Y en su tímida piel
aguarda una señal,
el toque a su guarida
antes de la invasión.
La luz del exterior,
el aire frío,
un aliento, un suspiro.

Entra, siente, estírate tú también.
Acomódate en sus formas.
Sal,
respira
y vuelve a entrar;
Esta vez sin permiso, sin tocar.
Ahora también es tu casa,
siéntete cómoda.
Abrázala y déjate abrazar.

De tanto sentir, olvidarán que están separadas,
se creerán una misma masa,
cálida,
flexible.
Sentirán sus carnes rozar,
humedecerse mutuamente.
Y cada vez querrán llegar más,
un poco más allá,
al lugar en el que nacen las palabras.
Los deseos más profundos,
el sabor de ambas almas.

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