Poesía sin Respeto

Viviana Orduz

19 de septiembre de algún año en los noventa. Mis padres me llamaron Viviana, pero cuando canto, me gusta llamarme Amapola. Se me pasa la vida haciendo música, dibujando, leyendo, escribiendo, pensando. Vivo enamorada de la naturaleza y a menudo salgo a caminar para observarla, con un par de audífonos puestos y una mochila. Colecciono tazas, objetos de gatos y tengo muchos cuadernos, en los que descargo las ocurrencias de mi mente, que a veces pesan demasiado si las dejo acumular.

Lenguas

Envuelta en la humedad
esperó paciente.
No la noté por andar pendiente de unos ojos.
Suave, serena,
recostada sobre las rocas blancas de esa playa oscura,
se revuelca en la marea que asciende,
sube
poco a poco se provoca.
Y en su tímida piel
aguarda una señal,
el toque a su guarida
antes de la invasión.
La luz del exterior,
el aire frío,
un aliento, un suspiro.

Entra, siente, estírate tú también.
Acomódate en sus formas.
Sal,
respira
y vuelve a entrar;
Esta vez sin permiso, sin tocar.
Ahora también es tu casa,
siéntete cómoda.
Abrázala y déjate abrazar.

De tanto sentir, olvidarán que están separadas,
se creerán una misma masa,
cálida,
flexible.
Sentirán sus carnes rozar,
humedecerse mutuamente.
Y cada vez querrán llegar más,
un poco más allá,
al lugar en el que nacen las palabras.
Los deseos más profundos,
el sabor de ambas almas.