Poesía sin Respeto

V I E N T O

Me encontraste
pequeñita
silenciosa y bonachona.

Pudiste pasar de largo
Secar todo alrededor
y simplemente convertir en costras mi sangre,
pero a cambio me sacudiste el alma.

Me encontraste en el parque,
montada en un columpio anaranjado,
descalza y despeinada.
Me elevaste y desde ese día,
volar se volvió un permiso.

Me encontraste
una tarde de otoño en una de las calles más solas de Belgrano.
regalándome el nado sincronizado de unas hojas con su último traje
a las que después de caer
les llegó la libertad de volar.

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