Poesía sin Respeto

Azul y muerte

Se mecen flores color de berenjena,
te veo pedaleando,
delante mío.
El viento te acaricia los crespos
suaves, amplios, muy negros,
vas un poco jorobado y con la frente limpia.

Yo respiro hondo,
ha llegado el momento.
Tomo una foto para recordarlo:
la vida que teníamos comienza a acabarse.

Ruedas como flotando,
ligero
eres uno con tu bicicleta espigada y negra,
son una sola sombra larga
que se acuesta sobre el asfalto.
Te flanquean espejos inmensos,
interrumpes la explanada gris y naranja
Tranquilo, decidido,
como interrumpiste mi vida hace años:
una mañana de sol,
en un desierto rojo,
me dijiste que olía a café con frutas.

Ruedas flotando
inocente
no sabes que tomo la foto de tu partida.

Yo voy pedaleando atrás,
Sé que seré valiente.

Recuerdo tantas tardes
con este mismo azul,
tardes de amores,
pastas napolitanas, vinos secos,
tazas de té claro, pasteles de manzana,
lecturas soleadas,
videos de música rosada,
comuniones totales.
Mi vida entrelazada con la tuya.

En esta tarde cálida ya huele a muerte,
no hay remedio.

Te estás yendo.

No agarraré la cuerda hasta que sangren mis manos,
mis manos permanecerán suaves,
mi pecho arderá por dentro,
lloraré infinito.
Aferrarme sería el hongo, el fango,
Y acá nunca vimos la decadencia.

Solo no vi venir esta certeza irrevocable.
Pedaleas delante y te vas de mi vida.

En unos días sacarás tus maletas
y yo recogeré mis piezas.
Botaré las que ya no encajan,
traeré nuevas.

Te veo irte
vas adelante.
Yo doblaré por otras calles.
Durante un tiempo va a costarme respirar.
Estaré rota.

Pongo este amargo sublime en una cápsula.

Esta tarde es azul y brillante.

Lo importante
es que huele a muerte.
Lo importante
es no dejar que esta muerte me lleve a mí.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *