Cuando en las noches extiendo mi mano para sentirla cerca,
ella, con la confianza con la que se toma algo que se sabe propio,
la utiliza para hacer una manta.
Enredo mi nariz en su cabello,
el aire me trae un olor a muñeca nueva.
Pronto, siento el calor de dos cuerpos
que están cerca,
muy cerca.
Me alejo
solo un poco.
Un poco para tener mi espacio,
sin dejar de sentirla, de respirarla.
Un poco para extrañarla
y traerla a mí cuando la necesito.
Solo un poco,
como dos puercoespines
que se necesitan juntos
pero no tanto
para no lastimarse.