En laberintos de pensamientos oscuros,
te busco.
En sonrisas de niños hambrientos,
te encuentro.
No hay iglesia que te atrape, domingos en misa que te definan.
Eres la cama que siente el alma, donde pueden reposar las penas.
Eres.
Lo que no puedo poner en palabras,
aunque esas palabras vengan de ti.