Un mundo que me disgusta,
un buzón que me llama
y que quiero llenar
hasta la saciedad
con quejas y quejas y reclamos.
Quejarme de un planeta averiado,
apresado por cables y redes.
Quejarme del bosque carcomido,
el zoológico apiñado,
el perro humanizado,
la naturaleza acorralada,
el carro que pitó.
De ti que te quejas de mí,
de mis promesas por cumplir,
del amor de ayer que no duró.
Del psicólogo que dice
que el problema soy yo,
de cualquier operador,
de la sopa casi fría.
De esta ciudad que no tiene
más árboles de flores amarillas.
De mi colesterol que no mejora.
De este buzón que nadie abre
y que no sé dónde dejar
si en el depósito de la basura
o en el refrigerador.