Poesía sin Respeto

Lyna Granados

Mujer. 1.54 de estatura y una sonrisa que insulta a cualquier amargado. La oveja gris de la familia; como escribí un día “nunca quise ser la damita que se sienta derecho y habla pacito”. Pragmática, pero mis mayores enseñanzas las conseguí por caminos complejos. A estas alturas de la vida tengo cuarenta años vividos con vehemencia. Canto a ratos y escribo en otros. Un par de dones que se me enredaron con las matemáticas y por eso soy contadora, pero de cuentos. Leo para irme lejos, viajo para sentirme cerca de mí. Creo que no hay mejor combinación que el vino y las amigas, que el amor siempre es la repuesta y que viene en diferentes presentaciones, que la felicidad está en como tomes la vida que tienes y no la que deseas.

Elección

Sin el éxtasis de tu cuerpo
ni el deseo de la repetición,
con la calma que da la distancia
y la cabeza sobria de vino y besos

No me gusta tener otro nombre
ni jugar a las escondidas
como niña en el colegio

Me gusta la libertad de decir quién soy
y estrechar las manos en el camino

No quiero pedazos de nadie
porque yo me doy entera

Y tú, tan próximo e inasequible
porque tenerte por partes
es como no tenerte

Porque en el viaje al que voy
todos los pasajeros ocupan un lugar,
no dos

Alas de lana

Enredaderas suben por su falda
arvejas desgranadas sobre el canasto
sus arrugas tejen historias,
su sonrisa ha engañado a la tristeza.

Pan mojado en leche, colaciones, amasijos.
Moler maíz entre risas,
la bendición en la puerta del horno.
“Todo en manos de Dios”.

Alas de lana
en ellas me envolví muchas noches,
a salvo del mundo.
Mis miedos su calidez apaciguaba.

El sol la despidió en año viejo.
Su peine es ahora mi tesoro.
Y en el trance de mis valentías
es su voz quien susurra:
Calma niña, tú lo has logrado todo.