Lienzo
Desde niña pintaba en él, esbozaba emociones
que mi mente y corazón no siempre dejaban ir.
Me enviaba mensajes en código que a veces
no era capaz de descifrar.
Establecí un sistema de comunicación
para no olvidar,
para darme voz,
poder y conciencia
de lo que era capaz de lograr.
Ese lienzo fino, bonito, fuerte,
indomable, inteligente y puro,
cada vez con más ímpetu,
más allá de lo físico,
era yo,
tratando de atravesar
aquella piel que se había convertido en papel.
Hoy estoy reaprendiendo
a traducir las palabras que dejaba sueltas,
a escribir con mi mágica voz.
Gratitud es lo que quiero devolverle a mi lienzo.