Poesía sin Respeto

Adriana Márquez

(Bogotá, 1979) Amante de las letras y todo lo que se pueda expresar con palabras. Escritora en construcción, con alma de poeta. Médico por vocación. Radióloga en ejercicio, aunque creo que mejor “radióloga del alma” que del cuerpo. Aprendiz de mamá, con 9 años de experiencia. Luciana y Gabriel, mi mayor proyecto, mi mejor decisión, la decisión que llenó de risas mi vida. Curiosa, irreverente, Incomprendida por naturaleza, rebelde por convicción. Dueña de la verdad, aunque los demás no lo entiendan, dueña absoluta de mi verdad, hecha de aire y fuego. Ferviente admiradora de la creación divina hasta el quinto día, encontrando a Dios en el despertar maravilloso del amor infinito, incondicional, incalculable, de quien da vida a través de sus propios genes o de sus propias ideas. Me encuentran en Instagram como: @cafe_paraelcorazon

Para mis Hijos

Amo saber que al menos hoy
soy acreedora de tus amores

Que esa pequeña mano
que complementa
de manera perfecta la mía
se deja sostener complacida
y se adhiere con sudor y caramelo

Amo saber que al menos hoy
me necesitas como al aire,

que a cada pequeño paso
que te aleja momentáneamente
de mi mirada enamorada,
buscas con tus ojos pícaros y mostaza
la bendición de tu camino

Amo saber que al menos hoy
eres el reflejo de mi alegría

Que las rodillas curtidas de barro,
los bigotes de chocolate
y el mugre bajo tus uñas
son fieles testigos
de la felicidad que tú mismo encarnas

Amo saber que al menos hoy
tomas en cuenta mi opinión

Que entre el azul y el verde
hay un sinfín de posibilidades,
que me gustas poeta, bombero o doctor
y que entre el fútbol y el coro
prefiero los dos

Amo saber que al menos hoy
existe la esperanza

Que a la vuelta de la esquina
te espera un mundo mejor,
que mi tiempo, mis anhelos y mis miedos
son el motor
para tu propia revolución

Y amo saber,
aunque odio saber,
que mañana
tu corazón, tus reclamos, tus risas,
tus certezas y tus ilusiones
ya no serán míos.

Adiós a la que fui

Adiós niña malcriada
Te dejo tus pataletas, tus imprudencias
la necesidad de tener la razón
y la idea absurda de ser el centro de atención

Adiós soñadora
Te dejo con tu loca idea de cambiar el mundo
con tus amores imposibles

Te suelto poeta maldita
que te adueñaste de aquella jovencita
que entre versos desesperados
nunca perdió la razón

Adiós mujer de mil colores
Te dejo lo que pudo ser y lo que no
los hubiera, los tendría, los sería
la infinitud de posibilidades

Te dejo el éxito nebuloso que se disipó
y tal vez luego se transformó
Te dejo el amor de tu vida
para escribir una historia entretenida

Adiós impecable señora
Te dejo los tacones, los pañales, la escoba y el sartén
las vacaciones en familia
las noches de desvelo sin saber por qué
la necesidad de ser, de estar, de controlar y de agradar

Te dejo las expectativas ajenas
la esposa prodigiosa
la mamá perfecta
y también al perro

Adiós mujer de mil nombres
guerrera de mil batallas
víctima de mil amores

Adiós niña malcriada
jovencita soñadora
mujer, señora

Me desprendo del dolor
Y aunque pese el equipaje
Los retratos del ayer
dan cuenta de mi misma y del mundo que soñé

Aquí queda la que soy
hebras blancas, surcos de emoción
despojo de añoranzas
víctima de arrepentimientos
sigo escribiendo esta canción