Manda ese hueco en el estómago,
ese nudo en la garganta,
mi mandíbula apretada,
y los uñeros en mis dedos
Mandan la ojeras, moradas alguno que otro día,
negras casi siempre,
el dolor en la frente
mandan las plegarias repetidas,
el estrés que va y viene en círculos
Manda el “será que sí”,
y el “de pronto mañana”,
manda el “más tarde”,
el hambre selectiva y la respiración entrecortada.
Yo ya no mando en mi cabeza,
en mi cabeza mandas tú.