Llevo en mí cicatrices de guerras, algunas perdidas y otras cuantas ganadas.
Soy dos en uno. Es decir, a veces soy cielo y a veces infierno. No conozco los puntos
medios.
Mis cicatrices las convertí en tatuajes, para ser más exacta, son tres. Un ancla para
quedarme en cada puerto en el que me sumerjo, un veintiséis por un ex amor que me
ardió la piel y la palabra amor por el amor a Roma.
Del pasado sufro de Alzheimer.
Le tengo pavor a los fantasmas.